(resumen)
La mente está acostumbrada a saborear el fruto de sus acciones. ¿Cómo podrá abandonar este hábito? Los ejercicios físicos y mentales (sadhans) pueden emplearse como instrumento para disciplinar la mente hasta cierto punto.
Los Santos han experimentado un placer más exquisito, un éxtasis de bienaventuranza, por medio del contacto con el Verbo (Naam, Palabra de Dios o el Divino Principio del Sonido). Una vez absorta en la Corriente del Sonido o Naam, la mente es arrastrada fuera del mundo. La mente tiene el hábito de correr tras los objetos mundanos y saltar de una cosa a otra. Lo que tenemos que hacer no es detener su flujo, que es su característica natural, sino únicamente cambiar su dirección descendente que va hacia el mundo externo a la ascendente que lleva al mundo interno. Esto significa poner frenos a los sentidos que vagan errantes y canalizar la energía mental hacia una dirección apropiada que asegure resultados de naturaleza duradera y permanente.
Los karmas generalmente se clasifican en prohibidos, permitidos y prescritos. Todos los karmas que sean de naturaleza degradante y deshonrosa (Nashedh) están clasificados como prohibidos, porque la complacencia en los vicios es pecaminosa, y la recompensa del pecado es la muerte. A estos se les denomina kukarmas o vikarmas. Luego vienen los karmas que ayudan a la persona a alcanzar elevados planos como Swarag, Baikunth, Bahist o paraíso. Estos son Sukama karmas o Sukarman, que son realizados mediante el cumplimiento de deseos y aspiraciones benévolas, y como tales permisibles y permitidos. Finalmente, tenemos karmas cuya ejecución es considerada obligatoria, como ordenada por las Escrituras para personas que pertenecen a diferentes varns o castas sociales (los Brahmanes o clase sacerdotal enfrascados en el estudio y enseñanza de las Escrituras; los kshastriyas o raza guerrera compuesta por fuerzas de lucha para propósitos de defensa; los Vaishyas o gente ocupada en asuntos comerciales o de agricultura y los sudras o sirvientes de las tres castas anteriores); y a los diferentes estados de vida llamados Ashrams (Bramacharia, Grehasta, Vanprastha y Sanyas, que corresponden aproximadamente al período formativo educacional, al estado familiar de casado, como mantenedor del hogar, al estado de asceta o ermitaño, ocupado en profunda meditación en la soledad del bosque, y por último al estado de peregrino espiritual, dando a la gente el fruto de su larga vida de experiencia; comprendiendo cada porción 25 años, computándose un periodo de vida de 100 años de duración). A estos se les llama Netya: karmas de ejecución, los cuales son un "deber" de cada día en cada profesión o período de vida.
Todos los trabajos, actos y acciones forman un mecanismo vital en el plan divino, para mantener el universo entero en perfecto orden de funcionamiento. Nadie puede permanecer ni por un momento sin ejecutar alguna clase de trabajo (ya sea actividad mental o física). Siempre está uno pensando o haciendo una u otra cosa. Por nuestra propia naturaleza, no podemos estar mentalmente vacíos u ociosos, ni podemos detener el funcionamiento automático de los sentidos: los ojos no pueden hacer otra cosa sino ver, los oídos, oír; y lo peor es que uno no puede, como Penélope, deshacer lo hecho. El arrepentimiento, aunque bueno en sí mismo, no puede curar el pasado. Cualquier cosa buena o mala que se piense, se diga o se haga, deja una profunda impresión sobre la mente y estas impresiones acumuladas contribuyen a hacer del individuo un éxito o un fracaso.
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